La alimentación moderna ¿nos nutre o nos está matando?

Antiguamente, hace un siglo o dos, las personas sufrían de enfermedades infecciosas que acortaban notablemente la esperanza de vida. Los avances de la ciencia y medicina han solucionado esto, al menos en los países de primer mundo. Ahora no morimos de cólera, tuberculosis, peste negra o viruela. Sin embargo sufrimos de enfermedades degenerativas, tan comunes para nosotros que en muchos casos nos acostumbramos a convivir con ellas, paliando sus síntomas lo mejor que podamos, parchando por aquí y por allá tomando medicamentos que curen los molestos síntomas aunque luego vuelvan a presentarse. Lo peor es que estas enfermedades que bien han sido bautizadas como enfermedades del hombre moderno, matan tanto o más que las enfermedades infecciosas antiguamente erradicadas.

Personas en sus veintes, treintas o cuarentas con problemas de hipertensión, colesterol y triglicéridos altos, gota, piedras en riñón o vesícula, gastritis crónicas, fibromialgia, obesidad, diabetes, migrañas, infartos de miocardio y muertes prematuras, etc. La mayoría de estos problemas solían aparecían en la vejez y ahora ¿les suenan personas cercanas a ustedes con estos problemas? ¿qué edad tienen?

El organismo humano no es una especie de máquina con tendencia a la autodestrucción ni vivimos dependientes de una especie de suerte aleatoria que decide que una persona tenga cáncer y otra arteriosclerosis por asignación del azar. Por el contrario, nuestro cuerpo tiende siempre al equilibrio -la salud- siempre que no se bloquee o dificulte su autocuración suprimiendo los síntomas, alarmas naturales que nos avisan del desequilibrio en el organismo que intenta a través de la enfermedad depurarse para recuperar su salud. Bajo esta visión más amplia u holística de la enfermedad, podemos verla como un fenómeno de defensa o adaptación ante condiciones anormales o viciosas de la vida y la invasión de toxinas en el organismo como consecuencia de:

1) Una alimentación errónea, inadecuada, excesiva, mal combinada o tóxica
2) Hábitos de vida insanos que merman nuestra salud

La frase que todos hemos escuchado más de una vez \”somos lo que comemos\”, cobra más sentido que nunca y en pleno S. XXI hemos llegado a un punto en que es inevitable cuestionarse si lo que estamos comiendo nos está nutriendo o nos está matando. Es un hecho estas enfermedades modernas tienen mucho —o más bien bastante diría yo- que ver con la alimentación que prima en nuestra sociedad hoy día.

Del origen a la degeneración…

Hace unas décadas —antes de la aparición de los supermercados- nuestros abuelos surtían sus alimentos de los mercados tradicionales: productos frescos, cultivados localmente y de temporada. Además toda la manipulación que existía eran los encurtidos y alimentos en salazón, sin conservantes químicos ni extra de aditivos añadidos.

Actualmente adquirimos casi la totalidad de los alimentos que consumimos en el supermercado. ¿Qué productos compramos ahí? Los únicos productos \”frescos\” que podemos encontrar son frutas y verduras: con pesticidas, fuera de temporada y maduradas en cámaras frigoríficas, muchas de ellas sometidas a radiaciones nocivas para alargar su vida en el anaquel. Lo demás que encontramos entristece más aun el panorama: productos enlatados, envasados, embotellados, congelados, pasteurizados, pre-cocinados, llenos de vitaminas y minerales químicos, conservantes, aditivos, colorantes, procesados, manipulados y desprovistos de todos sus nutrientes. Alimentos muertos, vamos. Bajo este régimen alimenticio, es totalmente normal y esperable que el cuerpo humano se sature y diga ¡basta! a través de todas las enfermedades degenerativas de las que hablamos.

¡Pero si como sano! – desmontando el paradigma

Todos sabemos que alimentarse de papas fritas, salchichas y bollería industrial es comer muy mal, pero veamos cuál es el concepto de \”comer sano\” que tiene el conocimiento colectivo y desmitifiquemoslo de una buena vez. Analicemos solo unos cuantos ejemplos de lo que creemos es comer saludable…

Productos que forman parte del carrito del super de una persona que busca cuidar su alimentación y come \”saludable\”.
  • Barritas de cereales: carbohidratos refinados (calorías vacías), endulzantes artificiales perjudiciales como jarabes de alta fructosa, edulcorantes, grasa refinada, conservantes, saborizantes y hasta colorantes.
  • Jamón de pavo: carne animal de dudosa calidad, conservantes, nitritos y nitratos (que una vez en el organismo se convierten en nitrosaminas, compuestos carcirógenos).
  • Pan de molde integral o multigrano: aquí no acabaríamos con la lista de aditivos nocivos! harinas refinadas (no son integrales aunque así sea su nombre, es harina blanca con salvado de trigo), jarabes de maíz de alta fructosa, azúcares y otros edulcorantes (2 rebanadas de pan bimbo integral cubren el 20% de la ingesta total permitida de azúcar para un adulto!), altas cantidades de sodio y aditivos clasificados como peligrosos (azodicarbonamida y cloruro de amonio), aceites refinados e hidrogenados, etc.
  • Productos light: edulcorantes nocivos como el aspartamo, acesulfame k y la sacarina.
  • Refrescos light: fosfatos y más edulcorantes nocivos.
  • Cereales para el desayuno: carbohidratos refinados (calorías vacías), altas cantidades de azúcares, edulcorantes, jarabe de alta fructosa, maltodextrina, conservantes cancerígenos como BHT, colorantes, aceites hidrogenados, etc.
  • Jugos/zumos industriales de fruta: fruta desnaturalizada, sin nutrientes y sin enzimas, azúcares, jarabe de maíz de alta fructosa, etc.
  • Leches fortificadas con mil vitaminas, DHAs y demás añadidos químicos: leche sometida a procesos que la han desnaturalizado totalmente (UHT, pasteurización) y destruido todos sus elementos vivos y nutrientes, además contienen antibióticos y hormonas procedentes de su producción.
  • Lácteos y yogures saborizados: altas cantidades de azúcares, edulcorantes, jarabes de alta fructosa, colorantes, saborizantes artificiales, leche con antibióticos y hormonas, etc.

Como ven, no es precisamente pura salud lo que estamos metiendo a nuestro organismo cuando comemos “productos sanos”, más bien, todo lo contrario. Y así, en unas cuantas líneas hemos tirado por tierra la dieta que consideramos como saludable en el paradigma de alimentación moderna. ¿Y qué nos está provocando en nuestro organismo ingerir todo esto? una acidificación metabólica. ¿acidi-qué? Suena muy mal y lo es.

Las harinas y azúcares refinados, exceso de proteína animal (que consumimos casi diario y a veces varias veces al día), la cantidad enorme de aditivos químicos, los aceites refinados son todos alimentos desnaturalizados y muertos, muy alejados de su estado natural, altamente procesados y totalmente carentes de nutrientes (naturales, no añadidos) y enzimas digestivas van pasando factura a nuestro cuerpo. Al acumularlos día tras día, nuestro organismo no tiene nutrientes reales para alimentarse y su metabolismo genera residuos, toxinas y genera un exceso de acidez en el organismo y recordemos que este necesita un estado mayormente alcalino para realizar sus procesos y mantener su estado de salud. Así que es fácil suponer qué pasará cuando existe un desequilibrio ácidez-alcalinidad en nuestro cuerpo…

¿Qué pasa con un organismo acidificado?

  • Disfunción celular. Si nuestras células no funcionan correctamente, nuestro organismo no puede hacerlo tampoco. Esto provoca envejecimiento de los tejidos, problemas orgánicos, etc.
  • El organismo siempre intenta compensar el equilibrio ácido-alcalino que necesita y para compensar este exceso de acidez, toma sales básicas (recuerdan en las clases de química acido vs. bases?) pues las sales que tiene más \”a mano\” es el calcio de los huesos, por lo que comienzan a desmineralizarse (generando caries dentales, fracturas, osteoporosis, enfermedades osteoarticulares, hernias, etc).
  • Defensas bajas, propensión a gripes intestinales, diarreas, resfriados frecuentes…
  • Un organismo acidificado es un terreno fértil para el desarrollo y propagación de células cancerígenas.
  • A nivel cerebral, se produce una depresión del sistema nervioso, lo que provoca falta de concentración, dolores de cabeza frecuentes, cansancio crónico, estados depresivos, estrés permanente, etc.
  • Los órganos encargados de desintoxicar el cuerpo continuamente (hígado, riñones) se saturan ellos mismos y comienzan a fallar, además de aparecer diversas patologías por la acumulación de toxinas al no realizar bien su trabajo de desintoxicación.

Estos síntomas nos lo dicen a gritos… ¡nuestro cuerpo está colapsado! y ahora sabemos las causas: comida procesada, comida preparada en casa pero cocida o cocinada en exceso, azúcares y almidones refinados, alimentos desnaturalizados y artificiales y una escasa o tristemente nula ingesta de alimentos naturales crudos.

Y entonces, ¿qué es comer saludable realmente?

Pues no es mucho más complejo que comer alimentos vivos en un estado lo más cercano posible a lo natural, pero vamos por partes. Para comenzar a cambiar el paradigma, lo resumo en tres partes que para mí son muy importantes y en mi experiencia, me han aportado bases prácticas para ir cambiando mi estilo de alimentación y mejorar mi estado general de salud y de mi familia…

1. Más que comer sano, comer limpio

Leche vegetal, fruta fresca, frutos secos y semillas. Contrariamente al cliché de desayuno, podemos tomar un desayuno sin azúcares, cereales refinados, lácteos ni café y aun así delicioso y lleno de nutrientes naturales.

Sí, comer limpio, eat clean, clean eating, alimentación natural, alimentación naturista… como quieran llamarle. Esto es simple: alimentos en su estado más natural posible, es decir, no manipulados, procesados, frescos y priorizando los de origen vegetal: frutas, vegetales, hortalizas, germinados, semillas, frutos secos.

Estos alimentos están llenos de sus nutrientes naturales (no de los típicos \”enriquecidos o adicionados\” de vitaminas y minerales sintéticos), de enzimas que nos ayudan a digerir y asimilar mejor estos nutrientes y fitoquímicos (elementos medicinales naturales) como antioxidantes, anticancerígenos, antiinflamatorios, etc. Y todas estas \”joyas\” solo las conseguimos en los alimentos naturales y crudos.

Además son alcalinizantes, es decir, generan bases (de nuevo la química al rescate: bases vs. ácidos!) que equilibran la acidez que se pueda producir en exceso por la alimentación procesada, generando un estado óptimo para que nuestro organismo funcione adecuadamente y esto solo puede traducirse en buena salud.

2. Ingerir enzimas

Los germinados son un alimento muy digestivo: sus nutrientes están pre-digeridos
y presentan un alto contenido de enzimas.

Este punto es super importante para contrarrestar todos los efectos negativos de la alimentación moderna. Como decíamos antes, las enzimas son moléculas encargadas de ayudarnos a digerir los alimentos. Esto quiere decir que ayudan a descomponer mejor sus nutrientes y así podemos asimilarlos mejor (alimentarnos no siempre es igual a buena nutrición). Por ejemplo, las proteínas por sí mismas no le sirven a nuestro organismo tal cual las comemos, entonces las enzimas proteolíticas entran en acción para digerirlas descomponiéndolas en aminoácidos (sus componentes principales) y estos son los nutrientes que nuestro cuerpo realmente aprovecha de las proteínas. Así existen también enzimas especializadas para digerir los carbohidratos y las grasas.

¿Y sin las dichosas enzimas qué pasa? las proteínas, grasas, carbohidratos quedan a medio digerir generando moléculas que el cuerpo no puede asimilar, quedando atrapadas en el intestino generando putrefacción, gases, inflamación y la mayoría de estas moléculas se van al torrente sanguíneo y por lo general alteran el sistema inmune (a la larga provocan enfermedades autoinmunes: lupus, arterosclerosis, diabetes mellitus, fibromialgia, alergias, etc.).

Nuestro cuerpo produce enzimas en el páncreas e hígado, pero no son suficientes y también las hemos de tomar de la alimentación… ¡CRUDA! pues las enzimas se destruyen a más de 40ºC, es decir en cualquier proceso de cocción y también enlatado, conservas, pasteurizado, congelación, etc. ¿Cuántos vegetales, frutas, semillas, frutos secos CRUDOS comes? Pues esa es la cantidad de enzimas que ingieres.

Batido de mango, espinacas y hierbabuena. Una excelente fuente de enzimas digestivas!

La mejor manera de asegurarnos que ingerimos enzimas es comer diario o casi diario ensaladas, fruta fresca mañana, noche y entre horas con el estómago vacío (nunca de postre excepto papaya, piña, manzana y pera) y jugos, zumos, batidos verdes de fruta + hojas verdes que son una forma muy sencilla y práctica de alcalinizar cada día nuestro organismo y aumentar nuestra ingesta de hojas verdes casi sin darnos cuenta. (en este post puedes ver una introducción al tema de zumos y batidos y en este otro recetas para comenzar a tomarlos).

3. Combinar correctamente los alimentos

Yo tampoco lo habría pensado nunca, pero el modo como combinamos lo que comemos tiene una influencia bastante directa en como digerimos y asimilamos los nutrientes. Esto podemos notarlo en las digestiones y evacuaciones que hacemos: después de comer pasamos varias horas recordando lo que comimos, en un estado de somnolencia que nos obliga a hacer siesta, con gases, hinchazón, distensión abdominal, flatulencias y después estreñimiento, evacuaciones irregulares… es señal que nuestras digestiones no son precisamente lo que debieran ser y por tanto podemos estar seguros que tampoco hemos asimilado los nutrientes que debieran estarnos nutriendo.

Existen normas bastante amplias para combinar los distintos grupos de alimentos (tema que da para un post entero que publicaré otro día), pero sin complicarnos demasiado, podemos conformarnos con comenzar a no mezclar:

carbohidratos + proteínas

Los carbohidratos se necesitan un ambiente alcalino para digerirse, en cambio las proteínas uno ácido. Al mezclar los dos o se digiere uno o el otro. Así que mezclarlos es igual a malas digestiones.

proteina + proteína

Combinar distintos tipos de carnes o carnes y legumbres, genera toxinas al metabolizarlas, que como hemos dicho causarán putrefacción intestinal con sus respectivas molestias y estas toxinas acabarán en el torrente sanguíneo enfermandonos.

Así pues, en una misma comida basta con comer una sola proteína (carne, pollo, pescado, legumbres, huevo, tofu) o carbohidratos (pasta, arroz, quinoa, papas/patatas, pan) sin combinarlos entre sí, acompañados siempre de una buena porción de vegetales (ensaladas, al vapor, etc).

carbohidrato + carbohidrato

No es buena idea combinar dos carbohidratos o almidones entre sí. Por ejemplo arroz con papa/patata, pan con pasta, plátano con arroz, etc. Se sobrecarga el sistema digestivo y supone un elevado índice de residuos metabólicos.

Así que para empezar a comer realmente saludable, sumando los puntos 1, 2 y 3 ya nos aseguraremos de tener buenas digestiones que nos permitirán asimilar correctamente los nutrientes y evacuar bien, lo que generará una nutrición completa y una desintoxicación continuada de nuestro organismo. Mayor vitalidad, claridez mental y mejor salud!

¡Quiero empezar ya! Pasemos a la acción – Plan práctico

Estas preguntas nos ayudan a seguir una alimentación consciente.

Al principio quizá podemos sentirnos abrumados de tanta información y pensar \”comer sano = comer ensaladas y solo ensaladas\” o tal vez de pronto sintamos que todos los productos a nuestro alcance ahora se han demonizado y nos quedamos sin opciones para comer. -Pues si no puedo comer nada del supermercado, entonces ¿qué como?- he escuchado varias veces esta respuesta cuando expongo estas ideas a personas que quieren cambiar sus hábitos alimenticios pero están profundamente anclados en el paradigma de alimentación moderna (como casi todos nosotros, desde niños es lo que se nos ha enseñado y no conocemos otra forma de ver la alimentación).

Pero que no cunda el pánico, poco a poco nos acostumbramos a identificar los alimentos realmente saludables, vamos tomando consciencia de qué comemos, para qué lo comemos y cómo lo comemos y así vamos adentrandonos en el concepto \”alimentación consciente\” (mindful eating). Sin darnos cuenta, nos encontraremos leyendo los ingredientes en el supermercado antes de comprar un producto para identificar si es un producto que nos nutre o nos enferma.

Un plan sencillo práctico para llevar a cabo una dieta naturista que nos resulte alcalinizante y nos regrese el equilibrio a nuestro organismo sería el siguiente:

Alimentos a evitar:

  • Leche animal (vaca, cabra, oveja) y sus derivados (nata, helados, yogur, queso). Como excepción se puede tomar yogurt orgánico/ecológico (sin endulzar, fijarse que los ingredientes sean leche y cultivos lácticos, nada más).
  • Aceites comunes comerciales (sean de soya, maíz, canola, etc. A todos ellos les aplican altas temperaturas y un proceso de refinamiento que los convierte en aceites muertos, llenos de toxinas)
  • Alimentos cocinados a más de 110º de temperatura (frituras, asado). Priorizar cocciones suaves y cortas.
  • Trigo o maíz (pan, pastas, bollería, galletas, corn flakes, palomitas de maíz, maíz dulce/elotes de lata)
  • Alimentos procesados industrialmente, con aditivos y conservantes. Tomar alimentos lo más cercano a su estado natural.
  • Carne común (vaca, cerdo, conejo, cordero, pollo) así como charcutería, embutidos.
  • Marisco crudo o cocido.
  • Vísceras animales.
  • Huevos comunes.
  • Alimentos tostados o ahumados.
  • Sal blanca refinada, azúcar refinado, chocolate, cafeína, edulcorantes artificiales (aspartamo, sacarina, sucralosa, acesulfame-k, jarabes de alta fructosa, etc).
  • Condimentos para cocinar como caldos de pollo/carne en polvo o pastillas, salsas preparadas, sopas de sobre y toda la comida preparada o que se anuncia como \”solo caliente y listo\”. Contienen aditivos muy nocivos como el glutamato monosódico, jarabes de fructosa y aceites hidrogenados.

Alimentos para tomar con moderación:

  • Pescado blanco y pollo de calidad, si podemos orgánico/ecológico mejor (una o dos veces por semana, cocinados a bajas temperaturas, siempre acompañados de verduras frescas o ensalada y sin combinar con carbohidratos en el mismo plato)
  • Huevos biológicos/orgánicos pasados por agua (tibios) o escalfados.
  • Legumbres (lentejas, garbanzos, frijol, alubias), siempre acompañadas de ensalada.
  • Frutos secos y frutas secas. Siempre crudos, nunca fritos o salados.
  • Cereales integrales (avena, mijo, arroz integral, trigo sarraceno o alforfón, amaranto, quinoa).

Alimentos más recomendables:

  • Comer crudo como mínimo 1/3 de la comida, idealmente la mitad.
  • Frutas frescas, si son de temporada mejor.
  • Vegetales crudos. Las ensaladas son una excelente forma de garantizar su ingesta. En todas las ensaladas se debe aportar un componente amargo (endivia, escalora) y un componente antioxidante (brócoli, frutos rojos, col).
  • Verduras al vapor, cocidas al dente (alcachofas, calabazas, calabacines, judías verdes, nabos, puerros, espárragos, patata, zanahoria, apio, brócoli, etc)
  • Arroz integral, trigo sarraceno y quinoa. Estos cereales (pseudocereales para el caso del trigo sarraceno y la quinoa) no contienen gluten, son digestivos y alcalinizantes, al igual que el mijo y se deben incluir en la dieta.
  • Leches vegetales (arroz, almendra, quinoa, amaranto). Si se desea añadir calcio, una cucharada de semillas de sésamo/ajonjolí garantiza la misma cantidad de calcio que la leche de vaca.
  • Aceites y grasas de calidad: aguacate, coco, semillas como linaza/lino, chía, oliva, etc.
  • Beber agua de manantial de baja mineralización. (en México la marca más común es Santa María).

Otras recomendaciones:

  • Aliñar con sal marina no refinada y usar azúcar de caña genuino.
  • Los aceites deben ser además de primera presión en frío y utilizarlos en crudo, al someterlos a altas temperaturas se generan toxinas y radicales libres, además de que pierden todas sus propiedades nutricionales).
  • Usar hierbas aromáticas para condimentar, así reducimos uso de sal.
  • Consumir miel y productos de la colmena (polen, jalea real, propóleo)
  • Consumir germinados (alfalfa, lentejas, arroz, etc). Son muy enzimáticos!
Cuando estamos muy habituados a la forma de comer que comentamos al principio del post, cuesta mucho saber por donde comenzar. En este punto hay una frase que me parece muy útil: \”hace más lo que quitas que lo que pones a tu dieta\”, es decir, es más valioso comenzar por precindir de alimentos procesados y refinados que comenzar a añadir complementos sanos y super foods sin hacer un cambio de paradigma primero. Decididos a dar el primer paso, nuestro cuerpo notará los cambios enseguida y el bienestar que sentiremos poco a poco será la mejor motivación para seguir en ello.

Atreverse a mirar de otra forma los alimentos que ingerimos y romper la idea preconcebida de alimentación actual no es nada fácil. Más cuando detrás de todos los productos “saludables” que el mercado nos ofrece está el sello de “Avalado por la Asociación X de Pediatría” o “Recomendado por la Asociación de Cardiólogos de tal país”. Desgraciadamente (y pese a lo que muchos creen) los médicos no son los mejores formados en nutrición y muchos de ellos son los primeros en comer de un modo “moderno”. Hay que atreverse plantearse de otra forma lo que durante toda nuestra vida nos han dicho que es “comer sano”.

Galletas (todas obviamente con cereales refinados, azúcares, conservantes, colorantes, etc.)
mostrando el (descarado) sello de la Asociación Española de Pediatría. Así de fiables son las asociaciones
de pediatras que recomiendan estos productos como parte de una alimentación saludable para niños.
Fuente e interesante artículo sobre el tema en: gominolasdepetroleo.com

Comenzar a cuestionarse estas ideas tan arraigadas y creer que quizá todo es parte de una manipulación de la industria alimentaria únicamente para generar más ingresos sin importar un pimiento las consecuencias que ello tenga en nuestra salud, nos llevará a cambiar de paradigma. Informarnos, no dejarnos llevar por la corriente y creernos las maravillas que dicen de sus productos en la publicidad, buscar una alimentación que nos alimente y nos nutra adecuadamente depende únicamente de cada uno de nosotros. A fin de cuentas no olvidemos que la alimentación puede ser nuestro peor veneno o nuestra mejor medicina.

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