La semana pasada fui invitada por la partera que me acompañó en mi segundo parto a su centro de educación perinatal, donde se imparten clases de preparación al parto —o como son llamadas en México, curso psicoprofiláctico— a compartir mi experiencia de parto en casa con las mamás embarazadas.
Me alegré mucho por la oportunidad y lo primero que pensé fue que tenía que recordar e intentar ordenar mentalmente mis dos partos anteriores para poder relatarlos con lujo de detalles. Luego mientras me visualizaba explicando mis partos, comencé a recordar la incómoda y hasta desagradable sensación de estar embarazada y tener que tragarte incontables relatos de partos de cuanta madre se te atraviese por el camino, relatos de todo tipo, pero mayoritariamente de partos que fueron un auténtico viacrusis y que al final acabaron no dilatando, torciéndose de alguna manera y terminaron en cesárea o en el mejor de los casos en un parto vaginal con una dolorosa episiotomía (corte en el periné que ha de ser suturado posteriormente con graves consecuencias para el suelo pélvico).
¿Le suena alguna de estas historias de parto?
Como embarazada vives ya de por sí en un perenne estado de miedo a que de repente cualquier cosa salga mal y al escuchar esos relatos no podemos evitar apropiarnos de ellos y pensar que no seremos la excepción: algo saldrá mal y nuestro propio parto acabará siendo uno de esos relatos de terror. Pareciera que las únicas historias en que el parto fluyó espontáneamente y la madre acabó ilesa (sin cesárea o episiotomía) fueron aquellas donde el nacimiento tomó por sorpresa a la madre en el taxi o en la calle.
Y entonces llegué a la conclusión que no quería engrosar la enorme fila de relatos de partos que se suman a la ya de por sí atemorizada madre primeriza. Aunque fuera un relato de parto en casa, aunque les iba a contar que todo acabó bien y fue un parto soñado, los seres humanos tendemos a interiorizar las experiencias negativas y visualizarnos en ellas, en cambio al escuchar una experiencia positiva tendemos a pensar que esa madre fue una afortunada, que los planetas se alinearon en el preciso momento de su parto y que tuvo una especie de suerte divina y por eso ese parto salió bien y tan maravilloso como nos lo explica. Pero no el nuestro, ese seguro que no sale tan bien.
Así que solo me quedaba hablarles de lo que no forma parte de un parto fisiológico (es decir, tal como ocurriera en la naturaleza sin intervención de ningún tipo) para intentar convencerlas que despojar al parto de todo cuanto le ha otorgado nuestra cultura es la única vía para tener nuestro parto \”soñado\” o perfecto, tal como lo deseamos pero no nos podemos acabar creer que puede ser. Pero si los partos siempre se tuercen, el monitor electrónico dice que algo va mal, el bebé no se acomoda, viene con vueltas de cordón, en algún momento hay sufrimiento fetal, la madre deja de dilatar y un laaaaaargo etcétera, entonces cómo explicarles…
¿Por qué yo sería la única \”afortunada\” en poder parir como realmente quiero?
Seguramente todas las embarazadas queremos para nuestro parto varias cosas en común: que sea lo más respetado posible (esa frasecita tan de moda que tanto odian los ginecólogos), que sea natural (o sea, vaginal), tal vez sin epidural y salir lo más ilesas posibles para poder estar en condiciones de cuidar a nuestro retoño recién nacido… y si siempre algo salió mal en las historias que nos contaron, ¿por qué mi parto habría de ser distinto e ir bien? La respuesta: porque me salgo del paradigma del parto hospitalario.
Este es el paso más difícil para comenzar la andadura hacia un parto natural y respetado pues para ello hay que plantearse lo incuestionable. Un parto puede ser de muchas maneras y el hospital es solo una de ellas. Ante todo, aclaro que no intento vender el parto en casa como la única opción, hay tantas como mujeres hay. Un parto puede desarrollarse en un hospital de un modo más respetado que en una casa, todo depende del deseo que la mujer tenga para parir y en qué medida este deseo es respetado.
Pero lo que sí critico duramente del parto hospitalario es el modo como es llevado a cabo: regido por una serie de rutinas aplicadas de modo generalizado a todas las parturientas aun cuando existe muchísima evidencia científica que comprueba sobradamente lo que estas rutinas entorpecen el desarrollo del mismo. Una intervención aplicada a una mujer \”por rutina\” y sin necesidad, solo genera la necesidad de intervenir aun más generando una cascada de intervenciones para \”ayudar\” ese parto estancado (gracias a tantas acciones como romper la bolsa, tactos, hablarle a la parturienta, ponerle a vía con oxitocina sintética para acelerar contracciones y un sin fin de acciones) que lo único que provocan es un parto manipulado por la medicina y que sólo puede acabar de resolverse con una cesárea que de otro modo, hubiera sido completamente innecesaria.
Una mujer que pare en un entorno lleno de monitores, máquinas, botellas de suero, material e instrumental quirúrgico, cables, agujas, batas y asepsia total, recibe el mensaje que su cuerpo es una maquinaria defectuosa y como tiene un altísimo riesgo de fallar en cualquier momento, hay que parir rodeada de todo aquello \”por si acaso\”. Es decir, esta mujer no puede tener ninguna confianza en su propio cuerpo ni empoderamiento para sentir que puede parir.
¿Y qué preparamos para el día \”D\”?
Mientras estamos embarazadas tenemos la sensación que hay que prepararse mucho para el parto, pero básicamente todo lo que como asustadas -más bien aterradas diría yo- madres primerizas queremos obtener del curso prenatal es: técnicas de respiración, ¿cuál posición va mejor para dilatar? ¿y para el expulsivo? ¿cuándo debo ir al hospital? ¿y si no se me rompe la fuente / rompo aguas?, aprendemos como contar las contracciones, cuánto deben durar, ¿qué llevo en la maletita al hospital? ¿cuándo tengo que pujar? ¿cómo tengo que pujar? ¿y si respiro mal durante el expulsivo? ¿y si no aguanto el dolor? ¿cuándo me ponen la epidural? ¿y si no sé como pujar?…..
Demasiadas preguntas, demasiado control, demasiada planificación, demasiado pensar para un acto que:
No se puede controlar
No se puede planificar
No se DEBE pensar!
Romper el paradigma de que el parto ha de transcurrir como un acto mecánico para el cual además nos hemos de entrenar y aprender como hacerlo y una vez llegado el momento, correr al hospital e ir pasando por cada una de sus rutinas incuestionables es dar un primer paso enorme. El siguiente paso es entender que el parto es un acto fisiológico natural que ocurrirá inevitable e irremediablemente (aunque tarde más o tarde menos) A MENOS QUE lo detengamos.
Si el parto es un proceso que transcurre solo, ¿por qué se detiene o por qué dejamos de dilatar?
¿Quién querría detener un parto? ¡Si en los hospitales (se supone) se hace todo para que dilatemos y nazca el bebé!.. ¿o no? Veamos muy a groso modo qué hace fluir un parto.
El parto es controlado por la parte \’mamífera\’ de nuestro cerebro, la que activa el sistema parasimpático (de reposo y relajación) y desactiva el simpático (el sistema de alerta y huída) y es la parte opuesta al neocortex, la parte pensante de nuestro cerebro. Con lo cual, para que el parto fluya, hay que tener el neocortex o la parte pensante lo más tranquilita posible para que pueda actuar y tomar protagonismo la parte que pone en marcha el sistema parasimpático y con ello todos los mecanismos necesarios para hacer fluir el proceso del nacimiento. ¿Cómo?
No luces intensas
No estímulos verbales (no preguntas ni instrucciones a la parturienta ni nada que la haga pensar)
No estímulos sensoriales (tocar, tactos vaginales)
No distracciones de ruidos
No gente que entra y sale del sitio donde está la parturienta
No generar miedo (decirle que no va dilatando, que lleva mucho tiempo, que algo va mal)
No ambientes que generen miedo (bata hospital, instrumentos quirúrgicos, monitores electrónicos, sueros y jeringas, olores a antisépticos, reloj que presiona con un cuenta atrás)
No temperatura del ambiente fría
No sentirse observada y/o juzgada (sentirse presionada si lo está haciendo bien o mal). Esto aplica sentirse observada por otras personas (incluyendo el ginecólogo, partera o pareja) y por elementos electrónicos como el monitor fetal, cámaras de fotos o video.
Ambientes opuestos donde se llevan a cabo partos. El de la izquierda una sala de hospital estándar y la derecha una casa particular o una casa o centro de nacimientos. Adivinen en cual tendrá más complicaciones un parto…
Si quitamos la palabra \”No\” de las frases anteriores, tenemos la descripción exacta de como se desarrolla un parto en un hospital. Es decir, el entorno perfecto para que un parto ¡NO FLUYA y dejemos de dilatar!Oh ypor fin hemos dado con el meollo del asunto: no es culpa de nuestros \”defectuosos\” cuerpos que no podamos parir, es el entorno y el ambiente, la forma y rutinas bajo las cuales queremos que se desarrolle un parto que van tan a contra natura que ahora nos parece tan razonable por qué todas las historias de parto acaban como acabaron y por qué desde hace una generación o dos casi ninguna mujer puede parir sin una cesárea o la asistencia hospitalaria para \”salvarle\” la vida a ella y su hijo.
Si podemos comprender esto, tenemos delante de nosotras la clave para que nuestro parto sea el que queremos. Llegado a este punto, tenemos un largo proceso todavía por recorrer o más bien dicho: por desaprender. ¡Eso es!, pensé. Todo se resume en desaprender lo que sabemos sobre partos. Seguro más de una de las mamás que me escucharía pensaría dentro de sí —¿entonces qué carajo hago yo aquí en este curso prenatal si en vez de aprender he de desaprenderlo todo?— Pues descubrir una nueva manera de ver el embarazo y el parto, una menos humana y más mamífera que nos permitirá entregarnos a estos procesos sin todos los prejuicios, paradigmas, miedos y condicionamientos culturales que hemos tomado de la cultura y la herencia de las mujeres de nuestro entorno.
Ir a un curso psicoprofiláctico o prenatal no es garantía de tener un parto perfecto. De hecho con demasiada frecuencia hablando con mujeres de mi entorno escucho la típica explicación -yo quería parto natural, de hecho, hice el curso prenatal pero… en el momento del parto no dilataba y tuvo que ser cesárea- como si un parto natural fuera la garantía o pasar con buena nota el curso. Entonces tenemos que pensar que el curso no es suficiente, es sólo el principio… y comenzar a replantearse algo tan arraigado como la forma en que se atienden los partos en nuestra sociedad, descubrir que aun dentro del parto hospitalario tenemos muchas opciones aunque ello implique cambiar de ginecólogo/a y de hospital durante el embarazo hasta encontrar con el o la que esté en nuestra misma frecuencia, ya es un enorme avance para acercarnos a tener el parto como realmente lo queremos.
Algunas opciones que podemos exigir para nuestro parto
(Esto en función de lo \”pro-cesáreas\” o cabezota que sea nuestro ginecólogo, claro. Si al plantearselo pone cara de poker o nos da el avión es señal que hará lo que le de su real gana en nuestro parto y lo mejor será cambiar de ginecólogo/a a tiempo)
Analgesia no farmacológica. Estos es, medios para evitar la epidural, sus consecuencias y efectos secundarios: pelota de fitness, libertad de movimientos, cambios de posturas, no estar obligadas a estar acostadas todo el trabajo de parto, masajes por personas cualificadas como parteras o doulas, piscina de partos, tina o bañera con agua tibia, estar en la ducha con agua tibia, técnicas de relajación, cantos y mantras, etc.
Pedir que no entren personas ajenas a nuestro parto que no queramos que estén ahí.
Que no nos molesten con preguntas innecesarias, irrelevantes o instrucciones frecuentes.
Compañía durante el trabajo de parto si así lo queremos de alguna persona de confianza que nos de apoyo emocional y sea nuestro puente entre equipo médico y nosotras para que puedan discutir ciertas situaciones si se presentan sin que nosotras tengamos que salir de nuestro trance. Puede ser nuestra pareja, una doula o partera.
A pesar de esto, no hay que obsesionarse con un tipo de parto en particular (en agua o en tal o cual postura) hay que ser conscientes que podemos visualizar como queremos parir pero sabiendo que cada parto es impredecible y va de la manera que ha de ir, la que es mejor para nosotras y el bebé porque ahí justamente está su significado de acto mamífero (incontrolable, implanificable e impredecible) pero seguro para nosotras y el bebé. Porque la naturaleza ante todo hay siempre el deseo intrínseco de perpetuar y conservar la vida, el equilibrio de salud y con ello salvaguardar la especie. La clave de todo es DEJAR FLUIR.
Al final, la charla en el curso acabó siendo más una plática motivacional en la que intenté animarles a cambiar esta visión de ser la paciente que se deja hacer y pasar a ser la madre que toma las riendas de su propio parto y es ella quien pare, con el respaldo del equipo médico detrás. Mi consejo principal para toda madre embarazada siempre es informarse sobre qué es realmente un parto fisiológico (sin medicalización) y desaprender las técnicas de respiración, pujos y demás formas de control del proceso del parto. Y poco conté de mis experiencias de parto porque son mías y cada una es diferente entre sí, al igual que será diferente esta tercera que está por venir. Cada mujer tiene que pasar su propio proceso sin reflejarse en ninguna otra experiencia. Las malas experiencias que ya hemos escuchado y escucharemos a lo largo de nuestro embarazo y el condicionamiento cultural negativo que hay en torno al parto donde lo normal es tenerle miedo, nos lleva a repetir el mismo patrón de \”mecanización\” del parto, que no nos dejará entregarnos, fluir y abrirnos al proceso.
Nuestra propia experiencia de parto soñado y feliz nos espera llegado el momento, todo lo que hay que hacer es cerrar los ojos y lanzarnos al vacío, confiando en que nuestra sabiduría ancestral y nuestros poderosos cuerpos nos permitirán disfrutar de nuestro parto y acabar en el parto que queremos de verdad, no el que la suerte o el ginecólogo de turno nos asignen…
Así que ya saben queridas mamás primerizas, todo comienza por
\”desaprender y mamiferizar\”.
Si quieren informarse más a profundidad sobre cómo se desarrolla el proceso del parto gracias a los propios medios de nuestro cuerpo y qué papel tienen las hormonas en facilitar el nacimiento, les dejo estas lecturas muy recomendables: