La semana pasada aprendiste en el artículo “La importancia de hacer una cura détox en otoño para pasar un mejor invierno” las razones de peso para realizar una cura de detoxificación en el otoño. Además de los beneficios tangibles de los que hablamos en el artículo anterior, el principal beneficio que buscamos en este cambio de estación, es liberar el organismo de la carga toxémica habitual para permitirle al sistema inmune trabajar con mayor eficiencia.
Si te estás preguntando si esta cura de drenaje de toxinas es apta para ti y cómo puedes ponerla en práctica, en este artículo aprenderás:
○ Los signos de mal funcionamiento de los diferentes órganos de eliminación para saber en cuál de ellos enfocar la cura. ○ Los medios y la duración para llevar a cabo la cura détox. ○ Las precauciones y las condiciones médicas en las que es mejor evitar estas curas.
¿Cuáles son los signos que te indican que tu organismo está lidiando con una sobrecarga de toxinas de manera general?

Como veíamos en el primer artículo de esta serie, nuestro organismo lidia constantemente con diferentes tipos de toxinas. Ya sea las que vienen de manera externa: por la alimentación, los metales pesados (del aire y el agua), las hormonas y antibióticos de los productos de origen animal, los medicamentos, etc. O de manera interna, producidas por el metabolismo de los alimentos (ácido úrico, ácido nítrico, deshechos coloides o cristaloides, etc.).
Está claro que nuestro cuerpo en su maravillosa perfección está equipado para deshacerse de esta toxemia a través de los órganos de eliminación: intestinos, riñones, hígado, pulmones, y en algunos casos también la piel y el útero en la mujer. Pero sucede que, con los hábitos de la vida moderna, la carga de toxinas es superior a lo que estos órganos pueden gestionar. Es entonces cuando comenzamos a notar diferentes malestares (detallados en el artículo anterior) que reflejan que el organismo está sobrecargado de toxinas.
Asimismo, cada órgano tiene su manera particular de avisarte que comienza a estar sobrepasado. Mira ahora si te identificas con alguno de estos signos:
Signos de mal funcionamiento del hígado
- Problemas digestivos en general
- Intolerancia hacia los alimentos grasos (por ejemplo: comidas preparadas, huevos, crema o nata)
- Náuseas o vértigos frecuentes
- Dolores de cabeza que comienzan después de comer
- Boca pastosa, lengua con una capa blanquecina.
- Hinchazón estomacal, acumulación de gases después de las comidas.
- Pesadez, acidez o agruras.
- Piel con un tono amarillento.
Signos de mal funcionamiento intestinal
- Dolor estomacal, torzones
- Vas al baño cada 2 – 3 días o más
- O, por el contrario, vas varias veces al día (3 o más por día)
- Presencia de gases demasiado frecuente (denotan fermentación o putrefacción en el tubo intestinal).
- Las heces son estrechas (delata la presencia de costras en las paredes del colon, eliminación anormal).
- Las heces no están bien formadas o son demasiado duras
Signos de mal funcionamiento renal
- Pocas o muchas micciones cotidianas (menos que 4 o más que 6).
- Orina incolora o insuficientemente coloreada
- Sensación de quemazón o ardor al orinar
- Si el olor es demasiado fuerte o no tiene olor
Signos de mal funcionamiento de la piel
- Presencia de celulitis (cuando la piel no elimina bien los deshechos, los almacena en el tejido graso en la hipodermis, dando lugar a la celulitis).
- Si no transpiras nunca o solo transpiras en las axilas o zonas localizadas
- Tu sudor tiene un olor desagradable
- Sufres de eczema, psoriasis, comezón
- Tienes la piel grasa con tendencia a tener granitos, acné, puntos negros, forúnculos (vellos encarnados).
- Por el contrario, tu piel es demasiado seca y agrieta
Si te identificaste en alguno o varios de estos puntos, ya puedes tener una idea del nivel de carga de toxinas que hay en tu organismo y también si hay algún órgano que está más agobiado por ésta.
¿En qué consiste la cura détox para drenar las toxinas?
En un periodo en el que vamos a “abrir los órganos de eliminación“. Esto quiere decir que vamos a despejarlos de las toxinas que están acumuladas “tapando el filtro” y que les impiden realizar bien sus funciones. De este modo, permitirás también que las diferentes toxinas y desechos que se encuentran circulando en el organismo puedan ser arrastradas hacia los órganos correspondientes para ser eliminadas. El resultado será un organismo liberado del exceso de elementos nefastos que están ocupando gran parte de su energía y mermando tu salud.

Durante este periodo que irá de 2 a 3 semanas, vamos a tomar plantas medicinales o verduras con propiedades drenantes. Las plantas medicinales se presentan bajo diferentes formas: cápsulas de extracto de planta estandarizado (EPS) o tinturas madres para las que hay que seguir las instrucciones del fabricante. Otra forma —y la más sencilla de todas— es consumirlas en una infusión, de la que tomarás 2 o 3 tazas al día. La elección de las plantas va en función del órgano en que te quieras enfocar:
- Para el hígado: diente de león, alcachofa, boldo, romero, bardana, menta piperita.
- Para los riñones: diente de león, cola de caballo, ortiga, perejil.
- Para la piel: bardana, manzanilla, pensamiento salvaje.
Para el intestino: para la esfera digestiva en cambio, utilizamos laxantes suaves que ayudan a desincrustar los deshechos adheridos a la pared intestinal (muchas veces acumulados en forma de costras). Estos laxantes son las semillas de lino/linaza o psyllium. Las primeras se ponen a remojar 1 noche y se toman al día siguiente, masticándolas muy bien. Si eliges el psyllium, lo mejor es tomarlo en forma de polvo que mezclaremos con agua o alguna otra bebida.
En lugar o como complemento a las plantas medicinales, también puedes optar por preparar caldos de verduras con propiedades drenantes: col, apio, perejil, alcachofa, zanahoria, lechuga, puerro/poro, tomate, espinacas, calabaza, betabel/remolacha. Basta con hervir varias de estas verduras durante 20 minutos y tomar el caldo después.

Esta opción no tiene por qué ser un caldo desagradable e insípido. Prueba de prepararlo como un consomé reconfortante: añade una hoja de laurel o una ramita de tomillo fresco a la cocción y echa por encima un poco de cilantro y cebolla picados finamente y unas gotas de limón al momento de servir.
Revitalizado, tu cuerpo podrá invertir su energía en muchas de sus funciones con mejoras que podrás sentir de manera tangible: mejor calidad de sueño, mejor digestión, menos molestias relacionadas con el eventual órgano sobrecargado, mayor claridad mental y mejor concentración, un aumento de tu vitalidad y por supuesto, una mejor función inmune que se traducirá en menos resfriados, convalecencias más cortas y una mejor resistencia a la enfermedad en general.
¿Qué más puedo hacer durante la cura?
A nivel de tu alimentación, ciertos ajustes permitirán potenciar el trabajo de eliminación que hará tu organismo durante la cura. Durante esas semanas, procura aumentar tu consumo de líquidos para ayudar al buen drenaje de las toxinas. Además, conviene que consumas más alimentos frescos y naturales como frutas, verduras (si son crudas mejor), germinados, frutos secos y semillas como la chía, semillas de calabaza, girasol, hemp/cáñamo, proteínas de buena calidad (carnes magras y proteína vegetal) y privilegies los carbohidratos o glúcidos completos (arroz y pasta integral, harina integral, azúcar panela o melaza). Por otra parte, si reduces el consumo de productos refinados/procesados y de estimulantes como café, refrescos, alcohol, aligerarás aún más la carga de tu organismo.

A nivel de hábitos de vida, en el artículo “6 hábitos diarios para estimular la eliminación de toxinas” aprenderás los gestos que te permitirán estimular aún más las funciones de eliminación de tu organismo para favorecer el efecto de la cura durante estas semanas.
Después de la cura
Una vez pasadas las 3 semanas, reduce gradualmente el consumo de las tisanas o caldos depurativos hasta cesar su consumo. No prolongues la cura más allá de este tiempo, se trata de una acción puntual y no de un hábito que deba mantenerse a largo plazo.
Esta cura puede personalizarse en consulta después de hacer un balance general de tu alimentación y tu estado de salud actual. La dosis de las plantas y la frecuencia de la cura pueden ajustarse de manera precisa. Así, podemos asegurarnos de estar dirigiendo los esfuerzos a lo que realmente necesita tu organismo y acompañar la cura con un tratamiento global que sostenga los otros aspectos de tu salud para obtener los mejores resultados posibles.
Como siempre, en la naturopatía nos basamos en el concepto de individualización: lo que es bueno para otros puede no serlo para ti. En este sentido, cada organismo es único y conviene adaptar las curas détox o evitarlas en las siguientes condiciones:
- Diabetes
- Embarazo y lactancia
- Enfermedades crónicas graves (cáncer generalizado, convalecencia)
- Miopatías
- Cirrosis
- Problemas renales
- Si tomas una medicación de base regular
- Cualquier otra condición médica que requiera seguimiento y tratamiento médico
En cualquiera de estos casos y ante cualquier duda, hay que consultar siempre con tu médico para saber si una cura détox es lo más adecuado para ti.
Una vez que hemos “abierto los órganos de eliminación”, el organismo estará listo para ir un paso más allá: remover y eliminar las toxinas más difíciles de alcanzar, aquellas ancladas en los tejidos más profundos del organismo a través de las monodietas o curas de frutas. En la tercera y última parte de esta serie de artículos détox hablaremos de este proceso que tiene un impacto aún mayor en la salud, sobre todo si sufres de enfermedades llamadas de “ensuciamiento” (reumatismos, gota, hipertensión, problemas menstruales, colitis, alergias, enfermedades inflamatorias, etc.)
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