Las 5 cosas que necesitas saber de un producto para decidir si es bueno para ti

Un producto “0% grasa”, “sin azúcar” que además está “hecho con fruta natural” es una elección saludable ¿cierto? No necesariamente. La industria alimentaria va un paso más adelante que tú y sabe muy bien por donde atacar. Habitualmente, utiliza como reclamo la frase “sin + las palabras que tienen mala fama” para convencerte que ese es el producto saludable que te hará bien. Lo que no te dice la etiqueta es que, al mismo tiempo, añaden ingrediente igual o más nocivos sin que lo sepas.

La única manera de saber si ese producto te conviene es sabiendo interpretar la lista de ingredientes. Y para ello, no necesitas ser un experto en bioquímica. En este artículo te doy las bases para que seas capaz de tomar buenas decisiones al momento de hacer la compra que impactarán positivamente en tu salud.

Algunos de los reclamos publicitarios más utilizados pero que no siempre son garantía de un producto saludable.

La industria alimentaria como tal comenzó su expansión al gran público hace menos de un siglo. Es por ello que, en muchos países aún no hay una legislación clara que regule lo que los fabricantes escriben en la etiqueta. Aunque cueste creerlo, en muchos casos pueden escribir prácticamente lo que les dé la gana para venderte su producto. Es verdad que, en los países europeos, el tema de los aditivos está regulado con los códigos E + un número único para designar a cada uno de ellos y cada vez se restringe más el uso de palabras como “bio“, “natural“, etc. Sin embargo, aún queda mucho por regular y los fabricantes pueden utilizar reclamos engañosos para manipular al consumidor sin que nada se los prohiba o reglamente la manera como se utilizan.

¿Qué hay de los productos bio/orgánicos/veganos?

Esta certificación te garantiza las buenas prácticas de cultivo, el origen de las semillas no modificadas genéticamente y la ausencia de pesticidas, herbicidas, antibióticos, etc. Pero no te garantiza que el producto no tendrá aditivos químicos nocivos en sus ingredientes. Por ello, no son necesariamente garantía de hacer buenas elecciones. Y es aquí donde entra el juego tu criterio y un poco también tus habilidades de detective para interpretar etiquetas.

¿Por qué es importante saber interpretar las etiquetas?

El trabajo de la industria alimentaria es vender productos, no cuidar tu salud. Esto último es responsabilidad tuya. El primer paso para cuidar lo que comes, comienza por desconfiar de los reclamos publicitarios y desarrollar una visión crítica para cuestionar estas estrategias

Retomemos el ejemplo inicial; un yogurt “sin azúcar”, “0% grasa” y “con fruta natural” puede hacernos pensar que es una elección saludable sin lugar a dudas. EL fabricante se vale de estos reclamos para hacer hincapié en propiedades (que a veces ni siquiera aplican al producto en cuestión), pero, por otro lado, oculta los aditivos químicos que tienen un efecto nada deseable para la salud. Analicemos por ejemplo lo que hay detrás de estos reclamos habituales:

  • Sin colesterol: es común leer esta frase en los aceites de origen vegetal. Sin embargo, el colesterol no forma parte del mundo vegetal por lo que no está presente de manera natural en ese aceite. Es como tener un paquete de manzanas y poner “sin grasa”. Es obvio que, en origen, las manzanas no tienen grasas y aunque es cierto, es un reclamo innecesario. En cambio, la gran mayoría los aceites vegetales del super son aceites refinados. Hoy sabemos que los aceites refinados, es decir, de mala calidad contribuyen a aumentar el colesterol “malo” en el organismo.
  • Sin azúcar: la industria sabe que estas dos palabras son sinónimo de “saludable”. Sin embargo, no están dispuestos a sacrificar el sabor “dulce” que te engancha. Para ello, añaden edulcorantes de síntesis que generan problemas en el metabolismo, aumentan la toxemia del organismo y producen una multitud de síntomas que no se relacionan con su consumo.
  • 0% grasa: pero en cambio, lleva espesantes nocivos como la carragenina para compensar la textura y obtener un producto espeso o cremoso aun en ausencia de grasas.
  • Con fruta natural: ciertamente le han añadido un 0,5% de fruta… desnaturalizada, procesada a alta temperatura, pasteurizada y endulzada.

Y así podríamos continuar desentrañando una lista interminable de reclamos con los que la publicidad te manipula cada día.

Entonces para hacer una buena elección es importante que filtres los reclamos de la parte frontal del producto y vayas directo a lo que te revelará su contenido: la lista de ingredientes. Esto es lo que finalmente tu organismo va a asimilar y lo que va a contribuir a tu salud o a la enfermedad.

Y ahora, los 5 pasos que puedes aplicar cuando estés en el supermercado y necesites decidir objetivamente ¿Este producto es realmente bueno para mí?

Aclaración: para este caso nos interesamos únicamente en la lista de ingredientes que es distinto a la tabla de información nutrimental que encontramos también en la parte trasera de los productos.

1. Filtra la información de la parte de delante de la etiqueta

Discrimina todos los reclamos puestos por el fabricante del estilo sin grasa, sin colesterol, con fibra, sin azúcares, sin colorantes, sin grasas trans, con calcio, con vitaminas y minerales, con fruta natural, etc.

La única información que vale la pena rescatar: los logos de certificaciones orgánicas/biológicas, certificación de no GMO (no genéticamente modificado) y la descripción del producto —normalmente en letra más pequeña—. Para el caso de los aceites, la leyenda “Prensado en frío/Primera presión en frío” es lo que nos indicará de verdad la calidad de sus grasas.

Ahora busca en la parte de atrás o el lateral la palabra “Ingredientes”. Esta es la parte que vamos a diseccionar con atención…

Lo que el fabricante intenta venderte versus lo que realmente contiene el producto en los ingredientes.

2. Asegúrate que la primera palabra de la lista sea la materia del producto en cuestión.

Por ejemplo; almendras o pasta de almendras para una leche de almendras, cacahuate para una crema de cacahuate, harina de avena o avena para unas galletas de avena, cacao para un producto de chocolate y así sucesivamente.

Si te encuentras un producto que pone “Polvo para preparar alimento al cacao” (Nesquik, Colacao, Chocomilk, etc.) y ves que el primer ingrediente es azúcar, en realidad estás comprando “Azúcar refinado para tu leche con sabor a cacao”. Como ves, el lugar que ocupan los ingredientes, dice mucho de la calidad del producto en cuestión.

3. ¿Lista larga o palabras impronunciables? No, gracias.

Si ya de entrada ves una lista muy larga (de más de 5 ingredientes) haz de saber que se trata de un producto altamente transformado, lo cual quiere decir que sus ingredientes son formulados en una fábrica. Un producto desvitalizado que tendrá poco o nada que aportar a tu salud.

De igual manera, si hay un ingrediente cuyo nombre te recuerda a tus clases de química inorgánica o tienes dificultad para pronunciarlo, quiere decir que tu organismo tendrá la misma dificultad para digerirlo y asimilarlo. En el artículo anterior, te hablaba de las consecuencias que esto tiene para tu salud.

4. Memoriza los protagonistas de la lista negra

Evidentemente es imposible conocer todos los aditivos químicos nocivos, pero puedes quedarte con los más comunes que encabezan la lista negra por sus efectos nocivos. Tenerlos presentes te permitirá identificarlos rápidamente para descartar el producto en cuestión.

❌ Jarabe de maíz de alta fructosa, 
❌ Glutamato monosódico o GMS, 
❌ Aceite de palma, 
❌ Aceites hidrogenados,
❌ Edulcorantes de síntesis, 
❌ Colorantes,
❌ Conservantes,
❌ Sulfitos,
❌ Nitritos y nitratos

Para conocer la lista completa, te invito a echar un vistazo en e-aditivos.com. Una base de datos muy completa donde puedes ver para cada aditivo su origen, su clasificación (grado de peligrosidad) y su código E- para la unión europea.

5. Analiza la calidad de los ingredientes

Nutrientes de calidad: carbohidratos completos + grasas buenas + proteína de calidad biológica

Tal como te explicaba en el artículo sobre la alimentación fisiológica, para recuperar o mantener tu salud no vale únicamente llenarse la pansa con cualquier alimento sino buscar aquellos que te proporcionan nutrientes de calidad. Si el producto tiene grasas, ¿son grasas buenas? (aceites vegetales prensados en frío, frutos secos o semillas sin tostar, aceite de coco prensado en frío) ¿o son grasas de mala calidad? (grasas hidrogenadas, aceites vegetales refinados, grasas trans, grasas saturadas). Si se trata de un producto proteico ¿son proteínas de calidad? (carne magra, huevos, soya no GMO, algas) ¿o son proteínas baratas? (jamón, embutidos, salchichas, tocino/bacon, carne de mala calidad). Si es un producto hecho a base de cereales ¿son refinados? ¿o mantienen el grano completo?

Todos estos indicadores te dan pistas para que puedas hacerte una idea clara de la calidad real del producto que estás comprando y del efecto que tendrá en tu organismo. Si contribuye a nutrir tu salud o, por el contrario, a abonar el terreno para la enfermedad.

La decisión qué calidad de alimentos proporcionar a tu organismo cada día te pertenece a ti, no dejes que la industria alimentaria la tome en tu lugar.

Al principio podrá parecerte un poco pesado revisar la etiqueta de cada producto que vayas a echar al carrito de la compra, pero te aseguro que muy pronto desarrollarás un piloto automático que te permitirá tener un criterio agudizado para tomar la decisión en segundos. Incluso, algunas veces no será ni siquiera necesario revisar los ingredientes, porque verás la manipulación desde lejos, con solo verle “la cara” al producto en cuestión.

Para elegir un producto realmente saludable:

👉 Filtra la información de la parte frontal del producto excepto certificaciones orgánicas/bio, no GMO y mención de primera presión en frío para los aceites.
👉 Asegúrate que el primer ingrediente sea el producto en cuestión.
👉 Evita listas largas de ingredientes o con palabras que no puedes pronunciar.
👉 Conoce la lista negra de aditivos más nocivos.
👉 Analiza la calidad de los ingredientes.

Irazú Sánchez es una naturópata, nutriterapeuta y bloguera de origen mexicano afincada en la ciudad de Quebec que ayuda a mujeres a retomar el control de su salud. Suscríbete a su blog para recibir consejos semanales sobre salud natural.


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